domingo, 28 de noviembre de 2010

UNA NUEVA REALIDAD PARA LOS INDÍGENAS DE VENEZUELA

Por Domingo Sánchez P.
Director Fundación de Estudios Indígenas (FUNDESIN)

A la llegada de los españoles al territorio nacional a finales del siglo XV, actuando en nombre de los Reyes Católicos, Fernando VII e Isabel la Católica, irrumpen en las nuevas tierras americanas, con las armas en la mano, en un período cuya característica principal es el colonialismo, practicado para entonces, no solamente por Espa
ña, pues en estas empresas de reparto coloniales, competían y participaban también, los reinos de Portugal, Inglaterra, Francia, Bélgica, Holanda ocupando por la fuerza tierras en América, el Caribe, Africa, Asia y Oceanía.

Uno de los historiadores más agudos de Venezuela, el Dr. José Gil Fortoul, afirmaba: "(1954): "Los conquistadores, ocupados en hacer descubrimientos y en guerrear, sirviéronse enseguida de los indios para labrar la tierra, explotar las minas, bucear perlas y transportar todo género de cosas, porque en América no existían bestias de carga". (Gil F, J – 1954 Vol. 1:76).

Los constituyentes fundadores de la nueva República, se preocuparon por la población indígena reconociéndoles como ciudadanos iguales a los demás y revirtiendo en todos sus efectos las disposiciones legales y sobre todo las actuaciones de tribunales que fueron otorgando las tierras indígenas, a los colonos españoles y algunos criollos que habían venido usurpando dichas propiedades. Además, se establecía la prohibición de continuar sirviendo como esclavos a la sociedad, tanto laica como eclesiástica, la mano de obra aborigen. Finalmente se reconocían los derechos que sobre sus ancestrales tierras poseían los indígenas del país.

En ocasión de las elecciones democráticas de 1998 en Venezuela, se produjo un cambio profundo en las relaciones políticas, sociales y económicas del país. Fue designada democráticamente, una Asamblea Nacional Constituyente, la cual elaboró una Constitución que, en nuestra opinión, no solamente cambió la correlación de las fuerzas sociales, sino que en lo tocante al tema específico de los pueblos indígenas, ha implicado un cambio muy profundo en las relaciones entre la sociedad criolla y los pueblos indígenas.


Consideramos que el primer hecho importante, en la nueva Constitución de 1999, es el reconocimiento de la existencia de los pueblos indígenas con todos sus derechos como el de sus hábitats, su cultura, su cosmovisión, sus tierras, su saber tradicional, su medicina, sus idiomas.

Además, se restablecen sus derechos consagrados en la primera Constitución de 1811, que como vimos anteriormente, fueron pisoteados y desconocidos, no solamente por las autoridades coloniales españolas, sino por la propia sociedad criolla aún hasta en las leyes del Siglo XX.

Ha comenzado pues, un nuevo proceso que será deber de los venezolanos todos, incluidos los indígenas, desarrollar y ampliar para tratar de resarcir tantos sufrimientos y sobre todo cambiar el desconocimiento por parte de la sociedad criolla, del significado que tiene la existencia de etnias que al fin y al cabo, son descendientes de los primeros pobladores de esta patria que llamamos Venezuela. Este proceso ha dado comienzo, al designarse las comisiones mixtas para el deslindamiento de las tierras ancestrales pertenecientes a los pueblos indígenas, no sin la oposición pertinaz de quienes, usando los "contactos" con funcionarios corruptos, o engañando a unos y otros, fueron adueñándose de las tierras, no solamente campesinas sino de los indígenas. Estas nuevas luchas de los pueblos indígenas por sus derechos, se libran hoy en un nuevo marco de las relaciones sociales en Venezuela. Confiamos en que este proceso, no resulte revertido o remendado, según los intereses de los grandes terratenientes, quienes hacen todo lo posible con dar al traste con lo avanzado hasta ahora.

Etnias indígenas venezolanas.

Fuente: http://www.centrelink.org/SanchezSpanish.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Pueblos_originarios_de_Venezuela
Contreras Angola
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Yanomami estrena compendio

CARACAS, nov (IPS) - Cuando un yanomami muere su nombre no debe pronunciarse por algún tiempo para no agredir su memoria, lo cual puede ser un problema si se llamase, por ejemplo, Shoco, pues también identifica al oso melero que prolifera en las selvas del sur de Venezuela y norte de Brasil donde habita este pueblo aborigen.

The Yanomami people's traditions are shaped by the belief that the natural and spiritual world are a unified force; nature creates everything, and is sacred.   They believe that their fate, and the fate of all people, is inescapably linked to the fate of the environment; with its destruction, humanity is committing suicide.          :Source:  http://www.amanakaa.org/yanomami/about.htm


Pero la dificultad está resuelta por la riqueza lingüística de este pueblo de más de 25.000 años de existencia, testimonio viviente del neolítico. Los nombres de animales y también de algunas plantas tienen un sinónimo absoluto, por lo que "shoco" es además "aroto" y la comunidad puede expresarlo sin violar el precepto que protege al difunto.

Esto es lo que informa una de las 10.000 entradas del "Compendio ilustrado de lengua y cultura yanomami", un libro ya en imprenta de la antropóloga y lingüista francesa Marie-Claude Mattéi, y que de mero diccionario pasa a ser un manual enciclopédico para su uso en las escuelas yanomami y por los estudiosos de su lengua y cultura.

Al cabo de 15 años de investigaciones, "orientamos el esfuerzo a producir algo más fértil y rico en información que un simple diccionario, una obra que pudiera acompañar los esfuerzos didácticos a que están obligados para con sus comunidades indígenas el Estado y la sociedad de Venezuela", dijo Mattéi a IPS.

La nueva Constitución de Venezuela, de 1999, dedica un capítulo entero a los derechos de los pueblos indígenas, entre los cuales el de "una educación propia y a un régimen educativo de carácter intercultural y bilingüe, atendiendo a sus particularidades socioculturales, valores y tradiciones".

Los yanomami o "hijos de la luna", que suman hoy unas 15.000 personas en Venezuela y 12.000 en territorio brasileño, forman parte de los 34 pueblos indígenas que habitan principalmente las fronteras venezolanas con Colombia, Brasil y Guyana.



El censo de 2001 indica que 300.000 de los 25 millones de venezolanos son aborígenes. Los yanomami son mayoría en el municipio Alto Orinoco, cuya alcaldía sin embargo suele estar en manos de activistas de las minorías ye'kuana y piaroa.

Como sus vecinos, los yanomami avanzan "a veces de modo anárquico hacia el mundo criollo. Quieren lanchas voladoras, tecnologías que hagan su vida más cómoda. En el roce puede haber riesgo para su cultura y lengua, pero ante ello no cabe una actitud falsamente romántica, como pedir que vivan en una burbuja", comenta Mattéi.

La lengua yanomami y la sanima son de las más robustas entre las indígenas de Venezuela, según otra antropóloga, María Eugenia Villalón.

"Al menos siete idiomas, mapoyo, añú, baré, sáliva, yabarana, uruak y sape están en estado crítico", dijo a IPS Villalón, dedicada a recoger y conservar lo que queda de la lengua mapoyo.

Un idioma, advirtió Villalón, "no está amenazado ni se extingue porque lo hable un reducido número de individuos, sino porque deja de utilizarse y transmitirse de padres a hijos, y su grado de riesgo se mide por la cantidad de niños que lo hablen", ya casi ninguno en el caso de los mapoyo, con apenas algunos adultos que lo emplean.

Sin un esfuerzo de reconstrucción y de apoyo a los indígenas "esas literaturas que han sobrevivido más de 500 años (desde la llegada de los españoles y portugueses a América) irán desapareciendo lentamente, no podrán más", advirtió otra especialista, Lyll Barceló, compiladora de los mitos de la etnia guahibo.

Con parecidas preocupaciones, Mattéi elaboró su Compendio en cinco partes, la primera de las cuales es una historia y descripción del pueblo yanomami, seguida de una guía para la comprensión y manejo del diccionario. "Comencé con una tabla de referencias y conjugaciones, para describir el sistema verbal de esa lengua", narró.

Los yanomami "emplean varias clases de futuro y varias de pasado, y el verbo soporta direccionales con el uso de sufijos que entregan todas esas precisiones", indicó.

"No he utilizado sólo la información que yo misma recogí, sino también la que aportan numerosas obras sobre los yanomami", advierte la investigadora. Asimismo "lo que agregué fue una descripción del uso de cada palabra en el ambiente donde vive ese pueblo", añadió.

Le siguen un glosario de fauna y flora, que a su vez es un compendio, y un minidiccionario bilingüe castellano-yanomami "orientado a mostrar las cosas más difíciles. 'Atar' o 'abrir' se puede decir de muchas maneras en esa lengua".

Lingüistas y taxónomos conseguirán luego un glosario de la taxonomía utilizada por los yanomami para algunos animales, además de láminas e ilustraciones debidas a la pluma de Jacinto Serowe, miembro de la etnia que acompañó los trabajos de Mattéi.

"Riesgos para su lengua hay, como los hay en todas partes. Pero olvidémonos de que los indígenas permanecerán en cápsulas de cristal. Los cambios son ineluctables y el problema no es el cambio, sino que se le nieguen oportunidades, derechos a la salud, a sostener sus creencias, y los que tienen sobre sus territorios", apuntó la experta.

En el mundo "hay una globalización galopante, pero en paralelo hay un resurgimiento e interés por las minorías y una reivindicación de lo tradicional, para que los pueblos no se pierdan. En Venezuela, con las Constitución y con este gobierno de Hugo Chávez, se ha recogido el deseo de hacer algo", aseveró Mattéi.

La antrpolingüista produjo en 1992 y 1996 dos libros sobre la cultura de los panare, otra etnia del sudeste y sur venezolano. El Compendio sobre los yanomami es editado por entidades oficiales venezolanas en colaboración con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, la Agencia de Cooperación Española y el banco hispano Santander.


Fuente: http://www.enkidu.netfirms.com/art/2004/171104/E_004_171104.htm

http://www.fotopedia.com/items/flickr-3239736092


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Juan Carlos.

Los Mapuches: pueblo que se debate entre el olvido y la exclusión


Los mapuches (mapudungun: mapuche, «gente de la tierra» ) son un pueblo originario sudamericano que habita el sur de Chile y el suroeste de Argentina. A la llegada de los conquistadores españoles en el siglo XVI, habitaban entre el valle del Aconcagua y el archipiélago de Chiloé, en el actual territorio chileno, y las parcialidades septentrionales (llamados "picunches" por los historiadores) se hallaba parcialmente bajo el dominio o influenciados por el imperio inca, pero quienes vivían en el territorio al sur del río Biobío eran totalmente independientes y se opusieron a los españoles en la llamada Guerra de Arauco donde mostraron un destacado dominio del caballo, el cual fue un importante factor en el desarrollo de su cultura. Entre los siglos XVII y XIX, los mapuches se expandieron al este de los Andes, hasta entonces habitado por los pehuenches y otros grupos de cazadores nómadas. La autonomía mapuche se mantuvo hasta fines del siglo XIX, cuando fueron sometidos al gobierno de las repúblicas de Chile y Argentina por la vía armada. En los siglos XX y XXI han vivido un proceso de asimilación a las sociedades dominantes en ambos países y existen manifestaciones de resistencia cultural y conflictos por el reconocimiento de derechos y la recuperación de autonomía.


La economía de horticultura y caza del siglo XVI dio paso a una economía agrícola y ganadera en los siglos XVIII y XIX, para convertirse luego en campesinos luego de la radicación forzosa en terrenos asignados por los gobiernos de Chile y Argentina, que con el paso del tiempo han conducido a una gran subdivisión de la propiedad y la migración hacia las ciudades de las generaciones más jóvenes, de modo que la población mapuche actual es mayoritariamente urbana, aunque vinculada a sus comunidades de origen. Los mapuches enfrentan discriminación racial y social en sus relaciones con el resto de la sociedad y según estadísticas censales, un número significativo de ellos vive en la pobreza.

Se les conoce también como araucanos, nombre que predomina en la historiografía, para el período que abarca desde los primeros contactos con los españoles hasta el siglo XIX aproximadamente.

La Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH),
organización no gubernamental internacional con 116
organizaciones afiliadas en 90 países, ha realizado varias
misiones de observación relativas a pueblos indígenas,
abordando la temática de todos los Derechos Humanos
desde un enfoque integral e indivisible.
En Chile, la FIDH, ya había realizado una misión de
observación en relación con la construcción de la
hidroeléctrica Ralco y su afección al pueblo mapuche -
pehuenche en 1997.
En el año 2003 la preocupación sobre la
situación de los derechos humanos de los mapuches
mantiene su vigencia debido, de una parte, a la situación que
deviene de la explotación forestal en las VIII, IX y X Regiones
de Chile, afectando a la vida y supervivencia de los pueblos y
comunidades mapuches allí asentados; así como al avance
en la construcción de la mencionada hidroeléctrica.
Entre el 21 de abril y el 1 de mayo de 2002 se realizó una
misión de investigación internacional de la FIDH en Chile. El
objeto de esta misión era el análisis de la situación de
Derechos Humanos de las comunidades mapuches, en
relación a la explotación forestal y al proyecto Ralco, rubros
importantes de la economía nacional. Se insistirá que los
derechos humanos han sido observados y analizados en el
presente informe, en función de un criterio de integralidad,
por cuanto existe una relación directa entre las condiciones
dadas para el cumplimiento de los derechos económicos,
sociales y culturales1 ; los derechos humanos individuales2 y
los procesos organizativos y/o de movilización emprendidos
por comunidades del pueblo mapuche.
La misión estuvo integrada por Nicole Du Roy, periodista
francesa y Paulina Palacios, abogada ecuatoriana. Se
realizaron entrevistas y visitas de campo, tanto a
representantes de comunidades mapuches en conflicto,
como a presos mapuches, comunidades, autoridades
regionales y nacionales de los diferentes estamentos
estatales.


Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Mapuches
http://www.fidh.org/PUEBLO-MAPUCHE-ENTRE-EL-OLVIDO-Y-LA-EXCLUSION
http://www.fidh.org/IMG/pdf/cl1103e.pdf


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Juan Carlos.

Pueblos indígenas en Colombia: Datos y cifras

En Colombia viven casi 1,4 millones de indígenas, que representan alrededor del 3,4 por ciento de la población del país (censo 2005).

La población indígena de Colombia pertenece a 85 pueblos indígenas diferentes (censo 2005). Según la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) son 102 pueblos.

La mayoría de los indígenas vive en zonas ricas en recursos naturales.

En los departamentos de Guainía, Vaupés, La Guajira, Amazonas y Vichada, los indígenas constituyen casi la mitad de la población (ONIC, 2009).

Los representantes indígenas afirman que gran parte de las tierras que se les han asignado son inapropiadas. Por ejemplo, menos del 8 por ciento de las tierras de las reservas es apta para la agricultura.

Alrededor de 445.000 indígenas viven fuera de las reservas y sus derechos colectivos sobre las tierras donde viven carecen de reconocimiento oficial (Ministerio de Estadística de Colombia, 2007).


Abusos contra los derechos humanos de los pueblos indígenas
La supervivencia de 32 grupos indígenas corre grave peligro como consecuencia del conflicto armado, proyectos económicos a gran escala y la ausencia de apoyo del Estado (ONIC, 2009).

Más de 1.400 hombres, mujeres y niños indígenas murieron como consecuencia del conflicto entre 2002 y 2009 (ONIC, 2009).

Entre 2002 y 2009, 90 indígenas fueron secuestrados y 195 fueron víctimas de desaparición forzosa, mientras que hubo 4.700 amenazas colectivas (ONIC, 2009).

Al menos 114 mujeres, hombres y niños indígenas perdieron la vida y miles sufrieron desplazamiento forzado solamente en 2009 (ONIC, 2009).

Aunque los indígenas sólo constituyen alrededor del 3,4 por ciento de la población, representan el 7 por ciento de la población desplazada total de Colombia (director de la Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos).

Existen grandes disparidades en materia de salud entre la población general y las comunidades indígenas y afrodescendientes. En el ámbito nacional, mueren 73 mujeres por complicaciones relacionadas con el embarazo por cada 100.000 nacimientos. Pero en los departamentos que cuentan con un porcentaje elevado de habitantes indígenas y afrodescendientes, como Guianía, la cifras se eleva a 386 mujeres fallecidas por cada 100.000 nacimientos (director de la Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos).

Fuente: http://www.aiven.org/profiles/blogs/los-pueblos-indigenas-luchan?xg_source=activity

Los pueblos indígenas luchan por sobrevivir en Colombia

Amnistía Internacional ha denunciado un aumento de los ataques contra los indígenas a lo largo y ancho de Colombia durante 2009, lo que ha hecho que muchas comunidades estén luchando para sobrevivir.

La organización culpó a los grupos guerrilleros, las fuerzas de seguridad y los grupos paramilitares de los abusos, que incluyen homicidios, desapariciones forzosas y secuestros, amenazas, abusos sexuales contra mujeres, reclutamiento de niños y niñas soldados, desplazamiento forzoso y persecución de dirigentes indígenas.

Los pueblos indígenas sufren homicidios,
desapariciones forzadas y otros
abusos.

"Los indígenas sufren cada vez más ataques en Colombia —ha afirmado Marcelo Pollack, investigador sobre Colombia en Amnistía Internacional—. Se les está matando y amenazando, se les está obligando a participar en el conflicto armado y se les está echando de sus tierras."
"Ya es hora de que el gobierno colombiano asuma seriamente sus obligaciones y actúe de inmediato para proteger a los pueblos indígenas."
Según cifras de la Organización Nacional Indígena de Colombia, al menos 114 mujeres, hombres, niños y niñas indígenas fueron víctimas de homicidios y miles fueron víctimas de desplazamiento forzoso solamente en 2009.

Amnistía Internacional también ha declarado que las autoridades rara vez investigan los crímenes que se cometen contra los indígenas.
Miles de indígenas se han visto obligados a desplazarse de sus tierras porque suelen vivir en zonas de intenso conflicto militar y ricas en biodiversidad, minerales y petróleo. Muchas comunidades indígenas más no han podido salir de sus territorios porque los grupos armados han sembrado minas terrestres en las zonas adyacentes.

Las partes del conflicto también han bloqueado el acceso a la comida y a medicamentos esenciales, afirmando a menudo que estos suministros están destinados al enemigo. Todas las partes del conflicto han ocupado escuelas y las han usado como bases militares, mientras los maestros siguen siendo vulnerables a los ataques físicos, lo que impide a las comunidades indígenas tener acceso a la educación.
"A menos que las autoridades actúen con rapidez para proteger a los pueblos indígenas en Colombia, existe un riesgo real de que muchos desaparezcan", ha manifestado Marcelo Pollack.

Los indígenas awá se vieron especialmente afectados en 2009 y más de la mitad de los indígenas víctimas de homicidio durante ese año pertenecían a este pueblo.
Los awá son propietarios colectivamente de las tierras y los ríos del resguardo (reserva indígena) de El Gran Rosario, en el municipio de Tumaco, perteneciente al departamento suroccidental de Nariño.

Viven en una zona de importancia estratégica para las partes en conflicto en la que actúan la guerrilla de las FARC y el ELN, grupos paramilitares y bandas de narcotraficantes, además de las fuerzas de seguridad colombianas.

A las 5 de la mañana del 26 de agosto de 2009, hombres con uniformes militares, armados y encapuchados atacaron la comunidad de El Gran Rosario, mataron a 12 awá, entre los que había seis niños y niñas y un bebé de ocho meses, y dejaron heridos a algunos más. Entre las personas muertas estaban Tulia García y sus hijos. El 23 de mayo de 2009, Tulia García había sido testigo del homicidio de su esposo, Gonzalo Rodríguez, a manos de soldados de las fuerzas armadas, y posteriormente había recibido amenazas.
Tras la masacre de agosto, 300 awá, entre los que había 100 niños y niñas, abandonaron sus casas, bienes y medios de vida y huyeron a Tumaco. Semanas después de su llegada continuaban viviendo en refugios que ellos mismos habían construido o durmiendo a la intemperie. Los alimentos y el agua eran escasos y no había instalaciones de saneamiento.

El 4 de febrero de 2009, las FARC mataron a 15 awá, entre ellas dos mujeres embarazadas, en el municipio de Barbacoas, departamento de Nariño.
Amnistía Internacional ha pedido a quienes participan en el conflicto, incluidos los grupos guerrilleros y las fuerzas de seguridad colombianas, que respeten los derechos de los pueblos indígenas a no ser arrastrados a las hostilidades y que respeten los territorios en los que viven y de los que depende su subsistencia.

Los 40 años de conflicto armado de Colombia han afectado a millones de personas en todo el país, dejando un saldo de decenas de miles de muertos, torturados y víctimas de desaparición forzosa. La inmensa mayoría de las víctimas son civiles.

Este trabajo se enmarca en la campaña Exige Dignidad de Amnistía Internacional, destinada a poner fin a las violaciones de derechos humanos que conducen a la pobreza global y la agravan. La campaña movilizará a personas de todo el mundo que pedirán a gobiernos, empresas y demás instituciones influyentes que escuchen las voces de quienes viven en la pobreza y reconozcan y protejan sus derechos.

Fuente: http://www.amnesty.org/es/news-and-updates/report/pueblos-indigenas-luchan-sobrevivir-en-colombia-2010-02-23

Juan Carlos Contreras Angola CI:15075311
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